Padecen mujeres cáncer del sexismo en centros laborales

Chistes inapropiados, comentarios humillantes, discriminación invisible: en el trabajo, el llamado sexismo cotidiano sigue siendo, por desgracia, una norma profundamente arraigada.
El sexismo en el trabajo no sólo se manifiesta en desigualdades salariales o techos de cristal. También se arraiga en las pequeñas cosas cotidianas, en comentarios triviales, chistes inapropiados, comentarios sobre la apariencia o la maternidad.
Este sexismo, a menudo disfrazado de humor o de “adulación”, es aún más pernicioso porque sigue siendo ampliamente ignorado por los hombres.
Frente a estas microagresiones cotidianas, muchas mujeres ponen en marcha mecanismos de protección. Adaptan su vestimenta, evitan a ciertos compañeros o evitan reuniones para evitar comportamientos sexistas. Tácticas que revelan un clima nocivo, que pesa sobre el bienestar y el rendimiento en el trabajo.
En un clima donde las desigualdades estructurales se combinan con la discriminación conductual, las mujeres han visto sus habilidades cuestionadas debido a su género. Este sentimiento crónico de ilegitimidad alimenta un círculo vicioso donde la confianza en uno mismo, la salud mental y el compromiso profesional se erosionan con el paso de los años.
El sexismo cotidiano sigue siendo uno de los principales puntos ciegos en el mundo del trabajo. A menudo relativizada, trivializada e incluso negada, sigue causando estragos en las carreras profesionales, la salud mental y la confianza de las mujeres. Porque esta plaga no desaparecerá sin voluntad política, gestora y colectiva de romper el silencio.