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La delincuencia común y organizada ha encontrado un verdadero negocio ilícito en la extorsión telefónica, que en el 2017 arrojó números alarmantes que la ubican como la segunda mayor práctica delictiva en el país.

Estados como Nuevo León, Puebla y Ciudad de México se ubican entre los principales blancos de esta modalidad de delito, que de acuerdo a diversos estudios ha golpeado a seis de cada 10 ciudadanos mayores de edad, a través de un entramado de 84 mil líneas telefónicas activas que han sido utilizadas para la comisión del ilícito.

Si bien históricamente se ha relacionado a la extorsión telefónica con los centros penitenciarios (alrededor del 90 por ciento de este tipo de llamadas tiene su origen en los penales) la realidad es que la extorsión telefónica es una industria criminal floreciente, cuyas ramificaciones incluyen al sistema bancario donde se contabilizan más de 11 mil cuentas en las que se han depositado cantidades de dinero producto de extorsiones.

Las autoridades han implementado campañas informativas para que los ciudadanos no sean víctimas de este ilícito, en las que destacan aspectos tales como:

• Evitar proporcionar información personal a través de redes sociales ya que puede utilizarse para facilitar la extorsión.
• Establecer un código o clave familiar para situaciones de riesgo.
• Al recibir una llamada es importante mantener la calma, escuchar al extorsionador sin proporcionar mayores datos para reconocer el engaño, no caer en desesperación y utilizar otros medios para contactar a familiares y amigos.
• Elaborar una lista de números de emergencia, así como números de donde se hayan recibido estas llamadas, para hacerlos del conocimiento de familiares y de las autoridades.